jueves, 25 de octubre de 2007

El Laurel Mágico 6: GRIEGOS

Habíamos empezado las vacaciones en el verano del 2007 de una manera un tanto rara.
Millán y Henar habían estado en Plasencia con los otros abuelos y el abuelo Pablo, que estaba solo durante todo el día, no podía darse sus hermosos paseos porque el dermatólogo estaba quitándole los angiomas que tenía en el talón derecho desde hacía tres años y no se le quitaban con el tratamiento.
Por eso, cuando llegó Carmela con Lucía y con Claudia, empezó a ir por las tardes a buscarlas para darse un pequeño paseo hasta "el Pontón". Claro que Lucía no venía nunca porque estaba muy ocupada en la "peña" con sus amigos.
El siguiente fin de semana, vinieron Irene y Jorge y se trajeron a "Zar", el perro de Irene, un cruce de pastor alemán con buldog que era grandón, de pelo atigrado y orejas tiesas.
Imponía respeto aquel cachorro de ocho meses... por eso había que llevarle atado la mayor parte del paseo, pero en cuanto se le soltaba corría a ladrar a las vacas que encontraba por el camino hostigándolas de tal manera que las hacía huir. Carmela se ponía muy nerviosa porque "Zar" no obedecía cuando se le llamaba.
El tío Santi salía a pasear a "Zar" a primera hora de la mañana y algunas tardes nos acompañaba en el paseo.
Una tarde se presentó Claudia en el Linar a buscarme para ir de paseo y yo estaba escribiendo una de mis historias.
Como me preguntó qué hacía, la expliqué que estaba escribiendo una historia cuyos protagonistas eran Millán y Henar.
- ¿Te gustaría a ti ser protagonista de alguna de mis historias? - dije, esperando una negación de la adolescente.
-¡Estoy deseándolo! - dijo, sin demorar la respuesta.
- Bien. Pues te haré la protagonista de la próxima historia del Laurel Mágico....
- Y, ¿qué es eso del Laurel Mágico? - preguntó intrigada.
- Cuando acabe la historia y puedas leerla, ya lo verás -dije apagando el ordenador. - Y, ahora, vámonos de paseo...

En la tarde del viernes siguiente aparecieron Alejandra y Pablete que ya venían de vacaciones.
Acababan de llegar Millán y Henar.
Millán venía dispuesto a que el abuelo se disfrazase de "Barbosa" y estuvo convenciéndole un rato.
- Es que nos tenemos que disfrazar de Piratas del Caribe para el desfile de disfraces de las fiestas - decía Millán-
-... Pero... ¿quienes tenemos? ¿Quienes? - preguntaba el abuelo.
- Pues toda la familia - añadió Henar que estaba esperando el visto bueno del abuelo.
- Mamá, Mª Milagros, el tío Santi, Daniel, Manolín, Carlos, Alejandra, Pablete y nosotros - explicó Millán.
- Y va a venir Mar a maquillarnos!! - exclamó Henar...

Pablete tenía que estudiar y practicar con el piano, por eso Carlos había traído el teclado del abuelo.
-¿Qué hora es? - preguntaba Pablete antes de ponerse a practicar, pues su padre le había dicho que tenía que estar una hora diaria, exceptuando los sábados y domingos.
A la media hora salía Pablete y volvía a preguntar:
-¿Qué hora es?
- Todavía te queda media hora - le decía el abuelo-
- ¡Jo, que rollo! - decía Pablete y volvía al piano no sin haber echado antes un vistazo para ver a que jugaban sus primos.

Allí estaban Claudia, Henar, Alejandra y Millán hablando de las aventuras que habían vivido por la magia del laurel.
Claudia miraba y remiraba y no parecía convencida.
- Pues yo no veo letras en las hojas, ni hay por aquí hojas gigantes ni dada extraordinario - decía.
- Es que, para eso te tienes que subir a una rama - explicaba Alejandra
- Mira, yo me voy a subir y tu me sigues - dijo Millán, que estaba familiarizado con el laurel.

Fue cuestión de un instante.
- Mira la "G" - dijo Millán mientras era envuelto por una enorme hoja que parecía haber salido de la nada,
- Esto parece una "C"- estaba diciendo Claudia cuando, sin saber por qué ni por qué no, apareció en una playa desde la que se divisaba una fortaleza - ¡Ahí va! ¡Qué miedo! ¿Dónde estoy?
Miró a su alrededor y vio, no muy lejos de ella a Millán que corría para ver si podía alcanzar a una persona vestida con una túnica roja que parecía alejarse de la playa.
- ¡Millán! - gritaba Claudia - ¡Millán no te vayas!
A los gritos de Claudia se volvió la persona de la túnica roja y vino hacia ellos.
- ¿De dónde sois vosotros? y ¿de qué vais disfrazados con esas ropas tan raras?
- Es una larga historia - dijo Millán, ahora la contaremos -... pero ¿dónde estamos?
- Mirad allí arriba, ¿veis aquel castillo? ... pues es el castillo de Arse-Saguntum, desde donde se vigila la costa y se defiende a nuestro pueblo de las invasiones extranjeras, vamos hacia allá y me contáis vuestra historia...
...
Esta ciudad íbero-edetana era conocida como ArseSaguntum.
La historia de Sagunto como ciudad portuaria es muy extensa. Ya en el siglo III a.c. Sagunto (ciudad de origen griego y aliada de Roma) constituía un punto estratégico en el comercio por el Mediterráneo.

En aquella época, los comerciantes de Sagunto vivían instalados en las proximidades del puerto (fuera de la ciudad amurallada) con el fin de hacer prósperos sus comercios a costa de los marineros que llegaban a Sagunto. Este puerto antiguo es el barrio conocido como "Grau Vell", pero con el tiempo daría lugar a la cuidad hispano-romana.
...

Claudia y Millán parecían confiar en Psenophis, que así dijo llamarse la persona de la túnica roja y la acompañaron hasta la ciudad. Fuera de ella estaba el "Grau Vell" un barrio junto al puerto donde vivían los comerciantes.
Psenophis, que vivía en el puerto, como buena comerciante se fijo en el vestido que llevaba Claudia y pensó en hacer un buen negocio implantando esa moda, por lo que dijo:
- Claudia, ¿te gusta mi túnica?
- Es muy bonita - contestó Claudia, observando bien la forma en que la llevaba colocada.
- ¡Es que es una túnica griega de la mejor calidad! -añadió Psenophis - A ti te sentaría muy bien. Si venís a mi casa te dejo que te la pruebes.

Millán entre tanto pensaba:
- ¡Que rollo! Ya se han puesto a hablar de trapitos - pero caminaba junto a su prima hacia la casa de Psenophis.

Esta les dijo que toda su familia era griega, así como todos los comerciantes que vivían en el Grau Vell,

-Nosotros lo que queremos es ir a la ciudad - dijo Millán.
-Luego os acompaño -respondió Psenophis- pero escuchad nuestra historia:

-Los griegos estamos aquí porque
en un arrebato de locura Heracles (Hércules) había matado a sus hijos.
Y cuando recobró la razón, el Oráculo de Delfos le había indicado que para purificarse, debería estar al servicio del rey de Tirinto, Euristeo, durante doce años.
Habiendo llegado al monarca la fama de los bueyes de Gerión, que era un ser fabuloso que poseía tres cuerpos y que moraba en el Lejano Occidente, se aprovechó de que aún no habían expirado los doce años de servicios, y encargó a Hércules que capturase dichos rebaños.
El viaje de ida, antes de llegar a Eriteia (una de las antiguas islas sobre las que actualmente se asienta la ciudad de Cádiz) fue pródigo en aventuras y luchas de todo tipo, hasta el extremo que "para conmemorar sus hazañas fueron elevadas las columnas que llevan su nombre, que separan África de Europa, es decir, la del peñón de Gibraltar (antiguo Kalpe o
Calpe) y la de Ceuta (antigua Abila).

Heracles (Hércules) tomó prestada la Copa del Sol para navegar sobre el océano y llegar a la tierra de los Geriones. Mató a éste y regresó al reino de Euriteo con el ganado. Fue Hércules quien, para poder hacer todo el viaje navegando, separó las dos rocas de un puñetazo para abrir el estrecho de Gibraltar, camino al Océano Atlántico.

Las columnas de Hércules (en el estrecho de Gibraltar) señalan esta aventura.

Desde entonces los griegos salieron a comerciar por los mares y fundaron diversas colonias. Por eso nosotros estamos aquí -explicó Psenophis.

Claudia estaba alucinada con estas historias y se disponía a hacer caso en todo a su anfitriona.

Cuando llegaron a su casa Psenophis enseñó a Claudia unas túnicas muy bonitas, pero Claudia dijo que no llevaba dinero.
-¡No importa -dijo Psenophis- Te puedo cambiar una por tu vestido.
Como había visto túnicas preciosas, Claudia se había encaprichado de ellas, pero Millán que pensaba que había que volver al laurel, dijo:
-Será mejor que volvamos a casa a por más vestidos, pero antes llévanos a ver esa ciudad.
...

Ya el abuelo le había contado la historia de Sagunto... Por eso, cuando visitó la ciudad con Claudia y Psenophis, se fijaba bien en todo lo que veía, especialmente en las fortificaciones que tenía la ciudad para defenderse de sus enemigos.
Una vez visitada la ciudad se dirigieron al lugar donde estaba el laurel, y después de despedirse de Psenophis, subieron a una rama y el laurel les transportó al Linar de Navafría.
Más tarde contaron su aventura a todos delante del abuelo, quién les dijo ...
...

La ciudad íbero-edetana de Sagunto, fue asediada por el general Aníbal en el año 219 a C debido a su situación estratégica y a la resistencia que hacían sus habitantes para no depender de los romanos. Pero eso ya es otra historia.


Castillo. Vista general

Castillo de Sagunto