En vista de la emocionante aventura que habían tenido con los hombres prehistóricos y la experiencia de la caza de diplodocus y viendo "la magia del laurel", Millán y Henar se pusieron de acuerdo para subir de nuevo al árbol y probar fortuna para ver si tenian una nueva aventura.
...
En cuanto el abuelo Pablo se metió en casa, aprovechando el descuido, se subieron al "Laurel Mágico".
Esta vez se dieron cuenta de que las hojas tenían marcada una letra.
La hoja que creció tenía una C.
¿Qué significaría esa C?
La hoja los sucionó y les hizo aparecer en un bosque de laureles y eucaliptos.
Millán y Henar marcaron con un montón de piedras el lugar donde les había dejado el laurel
En lo alto de aquel promontorio de la "Costa da Morte", sobre un altar de piedra había tendida una niña con las manos atadas. A su lado un enorme montón de ramas apiladas esperaba recibir el cuerpo desangrado de la víctima.
Dando vueltas a su alrededor se movía un "druida" vestido con una larga túnica de colores brillantes.
Iba, el druida, provisto de una hoz de oro y llevaba muérdago recién cogido, porque iba a ofrecer a su deidad el sacrificio más valorado: un sacrificio humano.
Se celebraba el solsticio veraniego en honor de Lugh, dios de la Tierra, de las artes y de los oficios.
con el brillo de las estrellas
y la melancólica luz de la Luna
y que el gran Sol
derrame sobre tí sus esplendorosos rayos
cuando le temas a la permanencia de la oscuridad y del mal.
Acepta que la Tierra te acoja en su seno,
que el serpenteante viento acaricie tu rostro,
que las aguas purifiquen tu cuerpo y ti alma,
mientras el fuego te seque con su poder divino.
Sólo entonces vivirás en tranquilidad con la Naturaleza,
porque es la única conexión que tienes con tus antepasados
y tus antepasados son la herencia de lo que eres"
Sonaban gaitas con música... Y todas aquellas gentes rubias extendían sus brazos con antorchas encendidas, hacía un punto por donde se había escondido el Sol.
¡Eso significaba la C de la hoja!
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- ¡Eh! ¿quienes sois vosotros y qué hacéis aquí vestidos tan raros?
¡Nos habían descubierto!
Quisímos explicar nuestra historia, pero fuimos apresados y llevados a un "castro"
Alrededor del castro tenían grandes estatuas representando animales, hechas en piedra.
Allí nos dejaron atados y vigilados por feroces guerreros armados con espadas de acero y largas lanzas.
Desde allí oíamos las gaitas que hacían sonar músicas celtas, los cánticos de las gentes y las voces de los druidas.
Los celtas poblaron Galicia aproximadamente en el año 700 antes de Cristo y la raza que allí se estableció se llamaba "Brigante"
Cuando terminó la ceremonia religiosa de iniciación y los jóvenes se esparcieron por el bosque, llegó al castro un cortejo de druidas y guerreros que acompañaba al jefe de la tribu y venía a ver a los "intrusos"
Todos parecían confiar en él y le atribuían el valor y la sabiduría necesarios para guiar a su pueblo.
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Nos miró y debió ver que estábamos asustados y que por nuestros rasgos no parecíamos gentes peligrosas y, mucho menos, de su época.
Ordenó a sus guerreros que nos desataran y fuimos invitados a contarle nuestra historia.
Para ello nos hizo acompañarle junto a su séquito hasta una enorme sala donde estaba preparado un gran banquete.
Nos mandó sentar a su lado.
-Tú niño, ¿como te llamas?
-Me llamo Millán.
-¡Huy que nombre tan raro! Bueno Millán ponte a mi derecha. Y tú niña ¿cómo te llamas?
-Me llamo Henar.
-¡No lo había oído en mi vida! Bueno, Henar, sientate a mi izquierda. Contadme quienes sois y de dónde habéis salido.
-Los celtas somos entusiastas degustadores de los placeres de la buena mesa, y no hay fiesta que se precie donde no celebremos un buen banquete si es que estamos en tiempos de paz. Estáis invitados.
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Después de haberle contado nuestra historia y nuestro traslado mágico a través del laurel empezaron los bardos a tocar sus liras y a cantar canciones sobre trágicos amores y héroes muertos en combate.
Corría el vino que servían desde las jarras de barro a unos vasos metálicos que parecían campanitas.
Nos explicaron que el vino era la bebida de las clases altas: Los jefes de los guerreros y los druidas, pero que el pueblo bebía carma que era una cerveza de trigo mezclada con miel, y que los esclavos solo podían beber agua.
La comida incluía jabalí cocido y buey, acompañados con miel, queso y mantequilla, además del buen vino.
Para comer tuvimos que utilizar los dedos, como todos ellos, ya que no usaban instrumentos para comer, solo el puñal les ayudaba a partir los grandes trozos de carne.
Nos explicaron que estaban en tiempos de paz y el pueblo se dedicaba a la agricultura, especialmente las mujeres, si bien las faenas más duras las realizaban los esclavos.
El jefe de la tribu nos hizo repetir cómo el "Laurel Mágico" nos había trasladado de época y de lugar, y nos consideró seres privilegiados e intocables, porque teníamos la protección del árbol, y nos contó que, para los celtas, el árbol es símbolo de la Ciencia y sobre su madera, precisamente, han sido grabados los textos célticos más antiguos.
-Es el símbolo de la Vida ya que actúa como intermediario entre el cielo, al que eleva sus ramas, y la tierra, a la que se aferra con sus raices, y nos da sus frutos como alimentos que prolongan la existencia
-Los árboles celtas tienen tantas cosas buenas que nos brindan su protección y tienen grandes influencias mágicas -dijo el jefe.
El árbol es Ciencia, Fuerza y Vida -continuó.
Después nos explicó que nos hallábamos en el cabo FINISTERRE que era el final del mundo conocido, la frontera con la mar infinita y, por tanto, con la muerte.
Nos contó que en las noches de temporal, cuando había poca visibilidad porque las lluvias tempestuosas o las brumas impedían a los navegantes ver la costa, las gentes de su poblado acudían con sus bueyes para pasearlos por los límites de los cabos. Antes habían colgado de sus cuernos pequeños faroles encendidos, para que con su andar cansino, hicieran pensar a los marineros con su balanceo en luces de navíos en la mar.
Los patrones de las naves que cruzaban la costa confundían estas luces con la luz de alguna otra embarcación que navegaba más pegada a tierra y a mayor resguardo de la tempestad, y se aproximaban más a la costa cayendo en una trampa mortal y destrozándose con los escollos.
En pocos minutos el barco engañado estaba perdido y las gentes del pueblo lo saqueaban sin piedad matando a los pocos náufragos que habían quedado vivos.
Millán y Henar estaban maravillados de lo que les contaba el jefe. Ya habían perdido el miedo y se encontraban muy a gusto allí.
De pronto el jefe de la tribu confesó a Millán que su pueblo solo tenía miedo de una poderosa mujer, cruel y soberbia, que era llamada por los campesinos de su tribu y los de las tribus próximas la "Reina Loba".
Las tribus cercanas estaban obligadas a entregarle cada día una vaca, un cerdo y una carreta llena de otros alimentos para ella y sus gentes.
Las familias campesinas se turnaban en la entrega de vituallas, por miedo a los servidores de la Loba que arrasaban e incendiaban casas y cosechas, y asesinaban a los que se habían negado a entregar lo que se le reclamaba.
En este terror vivían las tribus de la comarca entera.
-Y ahora ha llegado el turno de entregar los alimentos a mi pueblo. No podemos darle tanto, porque va a ser nuestra ruina.¡Ay si con vuestra magia nos pudierais ayudar a deshacernos de la Reina Loba y de sus secuaces! Os quedaríamos muy agradecidos.
-No te aseguramos nada -dijo Millán mirando a Henar que tenía cara de miedo- Déjanos unas horas para pensar.
Fueron llevados a otro aposento donde quedaron solos.
-¡Pero tú estás loco! -le dijo Henar con voz enfadada- ¿Cómo crees que vamos a poder ayudarles?
-No creo que podamos, pero ganamos tiempo y debemos buscar la ocasión de volver al lugar donde nos dejó el Laurel.
-Y si nos cogen, ¿qué hacemos?
-Les diremos que se unan con las demás tribus y les ataquen mientras duermen, pero que para que puedan vencer tendremos que ayudarles desde el otro lado del Laurel.
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El jefe de la tribu, junto con dos druidas, acompañó a Millán y a Henar hasta el montón de piedras que señalaba el lugar donde les dejó el laurel.
Allí, mientras subían a una de las ramas, se despidieron de los CELTAS y, mientras crecían las hojas del Laurel, Millán y Henar gritaron:
-¡Suerte, amigos, os ayudaremos!
... Y desaparecieron succionados por las hojas del Laurel.
...
Más tarde, en casa, el abuelo Pablo les contó la Leyenda de la Reina Loba, que era una leyenda celta, y se pudieron enterar de cómo se habían unido todas las tribus, se habían armado lo mejor que habían podido, fabricando lanzas y jabalinas, arcos y flechas y poniéndose en marcha hacia el castro de la malvada mujer, habían atacado por la noche.
La Reina Loba y sus guerreros dormían confiados en que el terror que infundían a las demás tribus de la comarca hacía inútil la vigilancia.
Con gran sigilo, sin ruidos y con movimientos cuidados, llegaron a las murallas, las treparon y abrieron las puertas del castro sorprendiendo a los sicarios de la Loba y, tras un breve pero encarnizado combate, sus guerreros fueron vencidos y pasados a cuchillo.
La Reina Loba se refugió en lo más alto de la torre de su castro, pero cuando estaban derribando sus puertas, al verse perdida, se arrojó por la ventana al vacío desde la altura y se mató.
Así, dicen que las gentes de Figueiredo, quedaron libres de la tiranía de "La Reina Loba", terminó el abuelo.