jueves, 14 de junio de 2007

HENAR Y EL DINOSAURIO

Cuando era pequeña, Henar se entretenía dando colores en las figuras de los álbumes para colorear, pero cuando se cansaba lo llenaba todo de rayones.

Aquella tarde le había tocado el turno al “dragón” y lo había dejado “hecho un cromo”…

Su mamá, enfadada, la mandó a la cama…

HENAR Y EL DINOSAURIO

CUANDO HENAR DESPERTÓ, EL DINOSAURIO YA ESTABA ALLÍ.

Era el dinosaurio de su álbum. El que había llenado de rayones.

La niña empezó a gritar y el dinosaurio la habló diciendo:

- ¡No grites o me matarán! Vengo a llevarte a mi mundo para que veas lo que has hecho en tu álbum.

El dinosaurio la llevó por un agujero que había en la montaña. Henar, callada y asustada, no habló ni gritó durante el viaje.

Henar preguntó:

- ¿Cuándo llegaremos? Estoy cansada.

El dinosaurio respondió:

- Ya hemos llegado. Detrás de ese cerro está “DINOSAURIOLANDIA”. Es un lugar mágico.

-… ¡Bueno… yo ya me voy! - dijo Henar sintiéndose culpable.

- ¡No hasta que veas lo que has hecho! - gruñó el dinosaurio.

- Vale, vale - balbuceó Henar.

Al pasar el cerro había un mundo hermoso.

Árboles gigantescos, flores hermosas, arroyos que corrían haciendo susurrar sus aguas. Pájaros multicolores que lo llenaban todo de trinos primorosos...

- Pero, ¡Si es genial! - exclamó Henar.

- Si, pero tú lo has llenado de rayones y hay una parte que ha quedado prácticamente destrozada. ¡Eso no puede ser Henar! Mira, mira lo que ha hecho cada rayón.

Efectivamente era como si hubiera pasado una excavadora dando vueltas a lo loco. Había asolado los árboles, había destrozado las flores. Las aguas de los arroyos se habían salido y habían formado tremendos barrizales. Muchos pájarillos, medio desplumados, yacían en el suelo...

Al verlo, Henar se entristeció y se puso a llorar dando tremendos suspiros.

- ¿Por qué lloras ahora? – preguntó el dinosaurio. Yo se como puedes arreglar este desaguisado.

- ¿Cómo? – preguntó Henar dejando de llorar.

- Mañana, cuando te pongas a pintar, borrarás con cuidado esos rayones y rellenarás con bonitos colores todo el espacio del dibujo - dijo el dinosaurio.

- Así lo haré. Te lo prometo -dijo Henar- pero tú tienes que prometerme a mí que cuando haya terminado de arreglar el dibujo me volverás a traer para ver si he solucionado bien el problema que he originado con esos feos rayones. Y ahora llévame de nuevo a mi casa.

El dinosaurio se lo prometió y le dijo:

- Pero tú también me tienes que prometer a mí que no volverás a hacer rayones en los dibujos aunque te canses de dibujar.

- Prometido -dijo Henar.

El dinosaurio la hizo subir sobre su lomo y en una carrera, atravesando su mundo, llegó a la montaña y después de traspasarla, la dejó dormida en la cama de su habitación de Soto del Real.

Lo primero que vio Henar cuando despertó y abrió los ojos fue su álbum abierto por el dibujo del dinosaurio... lleno de rayones.

Se levantó de la cama y sin hacer ni el más leve ruido para no despertar a los demás se puso a arreglar el dibujo.

Cuando se levantó Mª Milagros y la vio, dijo:

-¿Que haces dibujando tan temprano? ¿No es este el dibujo que ayer llenaste de rayones? ¡Chica, si no parece el mismo, ya no tiene rayones y le has puesto unos colores preciosos! Enséñaselo a mamá para que vea la artista que tiene en casa.

...

Cuando se acostó a la noche siguiente se sentía defraudada porque el dinosaurio no había cumplido su promesa, y ... ¡hasta se la escapó una lagrimita antes de quedarse dormida!

Pronto se vio envuelta en la nebulosa de los sueños y... empezó a ver... algo que ya conocía... Sintió un remover en la tierra y vio aparecer ante ella a su amigo el dinosaurio que venia a cumplir su palabra.

- ¡Hola Henar! - dijo el dinosaurio con una cara muy sonriente- Tienes que haber trabajado mucho, porque lo has dejado todo precioso. ¡Ven, vamos a verlo todo!

Y haciéndola subir sobre su lomo, para que no se cansara, la transportó a través del túnel de la montaña hasta el lugar que el día anterior había visto destrozado por los rayones.

Estaba más bonito que todo lo que había visto el día anterior.

Ya no había árboles derribados, ni campos embarrados, ni pajaritos caídos medio desplumados.

Se oían alegres trinos de una multitud de pájaros multicolores que llenaban de agrado los oídos.

Gran variedad de árboles se divisaban en derredor. Mariposas gigantes iban entre las flores de variopintos colores y el arco iris brillaba en el cielo.

En una inmensa esplanada una manada de dinosaurios había organizado una fiesta en su honor. Entre dos tremendos árboles lucía una pancarta con muchos colores en la que se leía:

- ¡BIEN POR HENAR!


P. Santos.

Dibujos de Henar
(después de leer el cuento)